Investigadores de China han identificado 13 proteínas relacionadas con el
declive de este órgano. El estudio sugiere cómo los cambios en sus
concentraciones en sangre tienden a alcanzar un pico a los 57, 70 y 78
años. Este hallazgo abre la puerta a intervenciones personalizadas para
retrasar su degeneración
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Pixabay |
En la actualidad, rebasar los 90 años y llegar a centenario es cada vez más
habitual. Pero la cuestión no es vivir más, sino conservar la lucidez y la
calidad de vida a medida que envejecemos.
Uno de los factores que lo impiden son las enfermedades neurodegenerativas,
como el alzhéimer, cuyo principal factor de riesgo es la edad. De hecho, a
partir de los 65 se duplica el número de casos cada cinco años, según cifras del Ministerio de Sanidad, pasando del 1 % de afectados al 40 % a los 90.
Un estudio publicado hoy en Nature Aging sitúa el comienzo del
envejecimiento del cerebro a los 57 años, con otros dos picos importantes
a los 70 y los 78 años, y sugiere que estos momentos podrían ser clave
para posibles intervenciones en el proceso de deterioro de este órgano.
“A los 70 años observamos muchas asociaciones con trastornos
neurodegenerativos, como la demencia por cualquier causa y la enfermedad
de Alzheimer. Nuestros hallazgos reflejan la susceptibilidad de padecer
estas patologías en esta década”, explica a SINC Wei Cheng, de la Facultad
de Medicina de Shanghái, que ha liderado la investigación.
EDADES CLAVE DEL ENVEJECIMIENTO
Estos puntos de inflexión los han determinado a partir de muestras humanas
de plasma sanguíneo del Biobanco del Reino Unido, de las que han
seleccionado 13 proteínas relacionadas con dicho declive. Además, estas
proteínas reflejan la inflamación, la regeneración celular y el estrés
ligado al envejecimiento, entre otros parámetros.
Así, ocho de ellas aumentan con la edad y están relacionadas con la matriz
extracelular o con los denominados factores de crecimiento celular. Y las
cinco restantes disminuyen en el envejecimiento y, fundamentalmente, están
asociadas a la degradación de proteínas.
“De entre estas proteínas destaca Brevican (BCAN) y el factor de
diferenciación del crecimiento 15 (GDF15). Los niveles de BCAN y GDF15 se
asociaron, además de con el envejecimiento, con la demencia, el ictus y la
función motora. Estos hallazgos muestran que las concentraciones de
proteínas cambian longitudinalmente, reflejando transiciones en la salud
cerebral en edades clave”, valora por su parte Inés Moreno, profesora de
la Universidad de Málaga, en declaraciones al SMC España.
¿POR QUÉ A LOS 57?
Los investigadores utilizaron datos de imágenes cerebrales de 10 949
adultos sanos para estimar la brecha de edad cerebral (BAG, por sus siglas
en inglés), un indicador de su declive y que surge de la diferencia entre
la edad cerebral estimada y la cronológica.
En cuanto al inicio del envejecimiento cerebral en una edad tan concreta,
Cheng afirma que “las proteínas en el pico de los 57 años están
principalmente asociadas con la inmunidad adaptativa, como el recuento de
linfocitos, y con el metabolismo. Dos aspectos posiblemente subyacentes
del inicio del envejecimiento cerebral”.
Las proteínas en el pico de los 57 años están principalmente asociadas con la inmunidad adaptativa y con el metabolismo. Dos aspectos posiblemente subyacentes del inicio del envejecimiento cerebralWei Cheng (Univ. de Shanghái)
El neurocientífico Jesús Ávila, experto en alzhéimer y envejecimiento del
CSIC, cuenta a SINC que este trabajo se puede vincular con el publicado en
Nature en 2023 por el grupo de Wyss-Coray, sobre el envejecimiento del
organismo en general, “mostrando cómo la presencia de algunas proteínas
del plasma en determinadas edades puede indicar la aparición de futuras
enfermedades más tarde”.
EL DECLIVE DEL CEREBRO NO ES LINEAL
Al analizar estos biomarcadores en el plasma de personas de diferente
edad, indica Ávila, los investigadores observaron que los cambios no eran
lineales con el aumento de la edad, sino que se observaban tres picos con
cambios abruptos, relacionados con cambios metabólicos a los 57 años;
pérdidas cognitivas y de movimiento a los 70, y fragilidad neuronal en
torno a los 78.
Las proteínas de la edad cerebral de 70 años estaban asociadas
principalmente a la demencia y el ictus, señala Cheng. “Por lo tanto, las
personas con una edad cerebral cercana a los 70 años pueden desarrollar un
estilo de vida saludable o tomar algunas medidas personalizadas para
prevenir las enfermedades”.
Así, los investigadores enfatizan la importancia y la necesidad de la
intervención y la prevención en esta década para reducir el riesgo de
múltiples trastornos cerebrales. “Estudios anteriores demostraron que
algunos trastornos, como la demencia y el ictus, podrían prevenirse con
estilos de vida saludables. Planteamos la hipótesis de que dicha
degeneración sería modificable, en cierta medida, mediante hábitos como el
ejercicio físico regular, una dieta equilibrada y el contacto social
frecuente”, puntualiza el experto chino.
Eso sí, serán necesarios más estudios que verifiquen la viabilidad de
estos biomarcadores. Para Ávila, faltaría en este estudio la posible
complementación de los datos de proteómica en plasma con los cambios
epigenéticos que relacionan muestras de sangre con la edad cronológica, y
la validación en cohortes de otros orígenes.
Referencia:
Liu et al. ‘Plasma proteomics identify biomarkers and undulating changes of
brain aging’. Nature Aging (2024).
Artículo publicado originalmente en SINC
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