El informe, realizado en Cataluña, revela que hasta un 31,2 % de las
personas de entre 15 y 34 años padecen esta indisposición, siendo más
frecuente entre mujeres y jóvenes socioeconómicamente vulnerables. El
objetivo final es proponer políticas e intervenciones que permitan
revertir la tendencia observada
Pexels |
La Enquesta a la Joventut de Catalunya de 2022 (ECJ22) incorporó, por
primera vez, un indicador, WHO-5, para valorar el bienestar emocional en la
salud mental. Ahora, un informe elaborado por la profesora de la Universidad
Autónoma de Barcelona (UAB), Mireia Bolíbar, analiza con estos datos el
estado de la población joven de Cataluña.
Además, examina las desigualdades en este indicador que resultan de los
factores sociales y económicos que atraviesan las experiencias vitales de
las personas jóvenes, para proponer políticas e intervenciones que permitan
revertir la tendencia observada.
Los resultados muestran que hasta un 31,2 % de las personas entre 15 y 34
años encuestadas sufre malestar emocional. Y el 21,9 % declara haber
recuperado por completo la
normalidad en términos de estado de ánimo desde la pandemia de la
COVID-19, asumiendo el malestar emocional dentro de un marco de
“normalidad”.
Los datos globales sobre bienestar emocional juvenil enmascaran la gran variabilidad dentro del colectivo juvenil en función de su posición en los ejes de desigualdadMireia Bolíbar (UAB)
La investigación no solo revela una extensión de la alarmante indisposición
entre las personas jóvenes, sino también un cierto grado de normalización de
dicho malestar. Además, se observan grandes
desigualdades de género.
DIFERENCIAS ENTRE HOMBRES Y MUJERES
La prevalencia de malestar emocional es del 24 % en los varones mientras
que aumenta hasta el 38,8 % en el caso de las mujeres. Esta desigualdad de
género se combina con desigualdades por edad y según nivel de
estudios.
Si se tienen en cuenta los tres factores a la vez, los colectivos más
vulnerables casi triplican la tasa de malestar emocional de quienes lo son
menos. Así, por ejemplo, el 19,9 % de los hombres de 30 a 34 años sufren
malestar emocional, en contraste con el 45,4% de las mujeres de 20 a 24
años con estudios bajos y medios.
"No deja de ser relevante que incluso los colectivos con posiciones
sociales más privilegiadas presentan prevalencias relativamente elevadas,
lo que apunta a que se trata de una problemática transversal en el
conjunto de la población joven", explica Bolíbar.
“Los datos globales sobre bienestar emocional juvenil enmascaran la gran
variabilidad dentro del colectivo juvenil en función de su posición en los
ejes de desigualdad”, añade.
OTROS FACTORES A TENER EN CUENTA
Los resultados también indican que el malestar emocional está determinado, en
gran medida, por factores económicos, laborales y residenciales.
Mientras el 24,1 % de las personas de 30 a 34 años emancipadas sufren malestar
emocional, esto ocurre en el 35,6 % de los casos que, a la misma edad, no se
han emancipado.
También, hasta el 61,8 % de las mujeres y el 46,3 % de los hombres con
dificultades financieras sufren este tipo de inquietud, mientras que solo lo
tienen el 26,3 % de las mujeres y el 17,5 % de los hombres que no declaran
ninguna dificultad financiera.
Y respecto a los efectos de la precariedad, el 49,1 % de las mujeres y el
24,5 % de los hombres que presentaban trayectorias laborales más precarias
sufren malestar emocional, en contraste con el 20,4 % de las mujeres y el
15,3 % de los varones que presentaban trayectorias estables de tipo
profesional.
Bolívar remarca que "en todos estos factores se ha detectado un claro
componente de género, en tanto que las mujeres jóvenes están más expuestas
que los hombres a situaciones adversas". Además "todos estos factores no
actúan de forma independiente a la hora de influir en el estado emocional de
las personas jóvenes".
LA IMPORTANCIA DE LA POSICIÓN ECONÓMICA
Aquellos que disfrutan de una posición social y económica
más acomodada, como son los de estudiantes no emancipado/as, jóvenes
acomodados en transición y especialmente trabajador/as seguras y acomodadas,
sufren malestar emocional con menor frecuencia (30,6; 27 ,9 y 18,0 %;
respectivamente) que los más desfavorecidos, como son los de trabajador/as
precarias (39,3 %), mujeres en riesgo de exclusión (41,0 %) y jóvenes en
situación de pobreza no emancipado/a (47,2 %).
Para las autoras del informe, los resultados ponen de manifiesto “una
situación alarmante que requiere intervenciones y políticas públicas tanto
mitigadoras como preventivas, que aborden la salud mental y emocional
desde una perspectiva de ciclo de vida, integradora e
interseccional”.
“Es decir, que reconozcan la interconexión entre los factores sociales
que atraviesan las personas jóvenes y su salud mental y emocional”,
insisten. “Es necesario desplegar una atención a la salud mental pública y
de calidad, que sea capaz de atender y acompañar de forma profesional este
malestar tan extendido”.
“Es esencial adoptar una perspectiva más estructural, con medidas que
aborden las cuestiones estructurales que contribuyen al malestar
emocional. Y debe ponerse énfasis en la reducción de desigualdades, con
intervenciones universales y accesibles para todos, pero con recursos
específicos para las poblaciones más vulnerables”, concluyen.
FUENTE: UAB
Artículo publicado originalmente en
SINC
Publicar un comentario