Un equipo científico internacional ha encontrado una fuerte asociación entre
la exposición reciente –en los cinco días previos— a contaminantes gaseosos y
partículas y el peligro de padecer un accidente cerebrovascular. El
metaanálisis revisó los datos de las patologías de más de 18 millones de
personas procedentes de un centenar de estudios de tres continentes
Foto: Smog sobre Barcelona, Alex R.F., en Flickr |
Nada puede dejarse para mañana si se pretende frenar la polución del aire.
Las evidencias se acumulan y, ahora, un nuevo estudio muestra que la
exposición a corto plazo de las personas a contaminantes atmosféricos
gaseosos y en partículas se asocia fuertemente a la mortalidad por ictus
isquémico, nombre con el que se designan las consecuencias del bloqueo de
una arteria cerebral.
Según este trabajo científico, que ha revisado más de 18 millones de casos,
una exposición reciente –en los cinco días previos— a contaminantes en el
aire incrementa el peligro de padecer un accidente cerebrovascular.
Esto significa que el riesgo de ictus ya no se vincula únicamente con
enfermedades crónicas o desarrolladas durante semanas o meses, según
demuestra este metaanálisis de la Universidad de Jordania en Ammán, que
examina los datos de un centenar de investigaciones observacionales
previas.
Estas 110 investigaciones ya publicadas habían analizado lo sucedido con
pacientes en Asia (58,8 % de los estudios), Europa (24,6 %) y América (16,7
%), centrándose en los cinco últimos días antes del accidente vascular.
Tan estrecha es la asociación temporal encontrada y tan significativa la
muestra que los responsables del trabajo enfatizan en la urgencia de poner
en marcha iniciativas globales para desarrollar políticas destinadas a
reducir la polución atmosférica y, por lo tanto, el riesgo de ictus
isquémico.
Disminuir la carga de contaminantes en el aire, aseguran en la
presentación del artículo que hoy se publica en Neurology, restará peso a
esta dolencia que termina con la vida de unos cinco millones de personas
cada año y que acarrea importantes efectos sobre el bienestar e, incluso,
provoca el deterioro funcional del paciente.
En declaraciones a SINC, el autor principal, Ahmad Toubasi, de la
Universidad de Jordania, advierte: “La mayoría de los estudios incluidos
en nuestro análisis se realizaron en países de renta alta, mientras que
los datos disponibles de países de renta baja y media eran limitados”.
En particular, remarca, “no se incluyó ningún trabajo de África u Oriente
Medio, a pesar de que estas regiones registran altos niveles de
contaminación atmosférica y soportan una carga significativa de morbilidad
y mortalidad por ictus”.
En su opinión, “para solventar estas lagunas, los esfuerzos mundiales
deberían dar prioridad al desarrollo de políticas sanitarias centradas en
el estudio del impacto de la contaminación atmosférica en la salud humana
en los países de ingresos bajos y medios y destinadas a reducir los
niveles de contaminación atmosférica”.
COMPOSICIÓN Y TAMAÑO DE LAS PARTÍCULAS
Los investigadores analizaron contaminantes como el dióxido de nitrógeno,
el ozono, el monóxido de carbono y el dióxido de azufre. También
examinaron distintos tamaños de partículas, entre ellas PM1, que es la
contaminación atmosférica de menos de 1 micra (μm) de diámetro, así como
PM2,5 y PM10.
Las partículas más pequeñas, como las de 2,5 micras, se asocian a un mayor riesgo de ictus isquémico que las partículas más grandes, como las de 10 micrómetrosAhmad Toubasi, autor principal
Las PM2,5 o más pequeñas incluyen las partículas inhalables procedentes de
los tubos de escape de los vehículos de motor, la quema de combustibles
por las centrales eléctricas y otras industrias, así como incendios
forestales y de pastos. LAS PM10 incluyen el polvo procedente de
carreteras y obras en construcción.
“Se ha observado que las partículas más pequeñas, como las de 2,5 micras,
se asocian a un mayor riesgo de ictus isquémico que las partículas más
grandes, como las de 10 micrómetros”, explica el investigador principal.
UNAS SUSTANCIAS SON MÁS NOCIVAS QUE OTRAS
En cuanto a los peligros que supone cada compuesto químico para las
patologías cerebrovasculares, el científico aclara que, efectivamente,
“algunos son más nocivos que otros”, pero que, en términos generales, el
riesgo “oscila entre el 5 % por el aumento de una parte por mil millones
de ozono y el 28 % por el incremento de una parte por mil millones de
dióxido de nitrógeno”.
Toubasi admite que “aún no se sabe por qué algunos contaminantes son más
nocivos que otros”, pero que este es, sin dudas, “un campo de
investigación que debería explorarse en el futuro”.
Por ahora, lo que sí se ha podido calcular para este artículo con respecto
al riesgo de sufrir un ictus es que “las mayores concentraciones de
dióxido de nitrógeno se asociaron a un aumento del 28 %; los niveles de
ozono se relacionaban con un incremento del 5 %; el monóxido de carbono,
con un 26 %, y el dióxido de azufre, un 15 %”.
Diferentes compuestos químicos y distintos niveles de polución del aire
también se vincularon con una incidencia más alta de mortalidad por ictus.
Las concentraciones más elevadas de dióxido de nitrógeno incidieron un 33
% más en el riesgo de muerte por ictus y el dióxido de azufre, en un 60 %
más. En lo que respecta al tamaño de las partículas nocivas presentes en
el aire, las que se conectan con las cifras de muertes por ataques
cerebrales son, según el análisis, las PM2,5 con un 9 %, y las PM10, con
un 2 %.
Ante estas constataciones de la influencia de la calidad del aire que
ponen en alerta a la comunidad científica, Toubasi aconseja a los
ciudadanos que reduzcan su exposición a sustancias nocivas, “evitando las
fuentes de contaminación atmosférica y utilizando filtros de aire en el
interior de las viviendas”.
Además, concluye con una recomendación a los responsables de tráfico, para
que sean “más estrictos en el control de los filtros de escape de los
coches” y “mejoren los servicios de transporte público en sus países, para
animar a la población a usarlos, en lugar de sus coches privados”.
Referencia:
Toubasi, A. et al. "Short-term Exposure to Air Pollution and Ischemic
Stroke: A Systematic Review and Meta-analysis". Neurology (2023).
Artículo publicado originalmente en SINC
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