La Comunidad de Madrid informa de que los pacientes van a recibir un SMS
avisando de la renovación de sus tratamientos. La Comunidad no debe
olvidarse de que detrás de cada unos de esos mensajes hay un médico o una
médica que ha dedicado su tiempo en atender al paciente. Una Atención
Primaria sin seguimiento de pacientes crónicos no puede prevenir ni detectar
enfermedades graves
por
Concha Herranz
A Pedro se le hinchan los pies al final del día desde hace una semanas, lo
nota porque le aprietan las zapatillas. Está algo más cansado y le cuesta un
poco subir escaleras, también dormir por la noche, se despierta varias veces
y tiene a ratos un dolorcillo tontorrón en el pecho. Pedro piensa que será
el calor, la primavera, o que ha dejado de salir a caminar como hacía antes
para cuidar a su madre, que está mayor y vive sola. O a lo mejor es porque
en el trabajo no le dejan de agobiar con nuevos proyectos. Hace cinco meses
tuvo covid, cree que la cepa nueva esa floja, así que está tranquilo por esa
parte, y hace años que no fuma, aunque esa tos de por la mañana no se le
termina de quitar.
Va a la farmacia a recoger pastillas porque desde hace días le duele una
rodilla y no le queda el antiinflamatorio que usa también cuando le da la
gota. De paso recoge las pastillas de dormir que le pautaron por teléfono
hace tres meses. En la farmacia le dicen que no las tiene activadas en la
tarjeta, y le remiten a su centro de salud para que se las renueven. La
médica de Pedro hace más de 12 meses que no está y no hay nadie en su
puesto, así que no puede pedir cita online ni acudir al centro porque con su
horario de trabajo sale muy temprano de casa, llega a las seis de la tarde a
echar un ojo a su madre, llevarle la compra y hacer algo de comida. Sale
cansado y ya no tiene humor para acercarse a pedir cita.
Por la mañana, en un descanso del trabajo, llama al centro de salud,
escucha la locución que dice que para realizar una consulta telefónica con
un profesional sanitario marque el uno y piensa: “qué buena idea para
activar la receta electrónica, que total, es sólo dar a un botón”. Marca el
uno y le contesta la administrativa de la centralita sanitarizada quien pasa
la llamada a la médica. La médica le tiene más de 15 minutos al teléfono
haciéndole preguntas “para al final no darme las pastillas del dolor y
decirme que me llamarán de otro sitio para darme una cita con mi centro de
salud o que me acerque yo a pedir cita presencial lo antes
posible”.
Pedro enfadado se acerca a su centro al día siguiente al volver del
trabajo, y le ofrecen una cita pasadas dos semanas. Él insiste en que la
médica del teléfono le dijo que no podía esperar mucho, así que el
administrativo le da una cita a la mañana siguiente a primera hora para que
no llegue muy tarde al trabajo (forzándola en la agenda de la doctora que
ese día está de turno para atender pacientes no demorables mientras se queda
sin citas disponibles para los suyos durante esa mañana).
La médica que le atiende en la consulta del centro de salud le hace otro
montón de preguntas sobre las pastillas que toma, sobre sus síntomas y Pedro
se incomoda cada vez más porque tiene prisa: “¿Para qué querrá saber si meo
mucho o poco?, que me de las pastillas del dolor y de dormir y que me
deje ir a trabajar.”
La enfermera le toma la tensión, le dice que está bastante alta, y le
hace un electrocardiograma en el momento. Le dan unas pastillas para la
tensión para que se las tome ahora mismo y espere un poco allí tumbado. Al
final pasadas dos horas le mandan a casa con un justificante para el
trabajo. En su empresa no le piden baja los primeros tres días y además va
a teletrabajar en casa con el ordenador.
La médica le da unas pastillas nuevas, y le da una cita en su abarrotada
consulta para dos días después y otra con la enfermera para ese mismo día,
no sin antes explicar a Pedro que su tensión arterial —que lleva años en
tratamiento pero sin vigilar desde hace meses— necesita ser controlada,
que seguramente la fatiga por la noche y cuando sube cuestas tengan que
ver con ello, así como esos pies que se le hinchan. Que las pastillas que
tomaba para el dolor no es muy recomendable recetarlas en personas con la
tensión alta, porque pueden dar problemas en el riñón y le pauta
paracetamol explicándole cómo usarlo. Le dice también que esos dolorcitos
del pecho como él dice podrían ser ansiedad por lo del trabajo y la
preocupación por su madre, pero que a ella le parece mejor pedirle un
análisis y gestionar una cita en el cardiólogo esta misma semana para que
le revise.
Una Atención Primaria sin seguimiento de pacientes crónicos no puede
prevenir ni detectar enfermedades graves (infartos, ictus, insuficiencia
cardiaca), ni prevenir o disminuir los efectos adversos de la medicación
(efectos sobre el riñón, el corazón, la salud sexual), ni acompañar a los
pacientes para desmedicalizar la vida cotidiana. La médica le renueva la
receta de las pastillas para dormir, porque sabe que en la siguiente
consulta la enfermera abordará con Pedro el asunto del sueño, del
ejercicio, del estrés y de los cuidados de su madre. Quizá en un
tiempo corto puedan quitarlas.
La Comunidad de Madrid
informa
de que los pacientes van a recibir un SMS avisando de la renovación de
sus tratamientos. A la Comunidad de Madrid no debe olvidar una vez más
que detrás de cada unos de esos mensajes hay un médico o una
médica que ha dedicado su tiempo en atender al paciente, sea
presencialmente, telefónicamente o revisando su historia clínica para
ajustar y firmar la medicación.
Y menos debe olvidar que en Atención Primaria cada vez hay más
pacientes sin médico asignado, que están sin seguimiento a los que se
ofrece llamar a una centralita sanitarizada para que le renueven la
receta electrónica durante un mes. Allí le atienden profesionales
administrativos, médicos y enfermeros que dan respuesta lo mejor que
pueden. Pero renovar una receta un mes sin seguimiento del paciente, eso
no es Atención Primaria.
Si total… renovar la receta electrónica es sólo dar a un botón.
Artículo publicado originalmente en El Salto
Publicar un comentario